miércoles, 16 de abril de 2014

En aquel preciso instante había decidido dejar atrás todo lo que le rodeaba. Una gran maleta y en sus manos muchos recuerdos arduos que cargaba en si misma. Lentamente y cabizbaja iba recorriendo las calles, no buscaba cobijo, no buscaba esconderse, sólo buscaba un sitio dónde poder volver a sonreír. La vida había manchado su camino, lo había convertido en la más difícil de las carreras a contra corriente y sólo quería parar y respirar. Si en silencio sólo quería olvidar toda aquella ponzoña que recorría su cuerpo y que no le dejaba ni tan solo descansar. En sus sueños le perseguían los demonios de su pasado y se apoderaban de ella, luchaba por ver en si una vía de escape. Necesitaba un cambio.

Pasaban los minutos y las horas y nada de aquello le servía. Sentada enfrente de la playa sólo podía recordar las imágenes de todo aquello que dentro de su frío y doloroso mundo le había echo feliz. Si su vida se había formado con gritos y llantos, aquello había sido un vacío en la inmensidad del dolor que probablemente nadie lograría nunca entender. Y sus pasos firmes pero dudosos la conducían a un camino sin fin que no deseaba tomar. Sus manos gélidas habían sido abrazadas por el calor de la inconformidad y había logrado huir del dolor aunque no de una forma tradicional. Ahora sólo quería huir aún más lejos. Allí dónde nadie pudiera decirle lo que hacer o cómo hacerlo. Dónde nada ni nadie intentara forzarla a sentir o a no sentir, dónde pudiera hacer sin ser juzgada. Quizá buscar un sitio en el vacío dónde ser una flor más sin destacar. Una pequeña estrella en el espacio. La incertidumbre y el dolor le permitían ver más allá de si misma. Y enquistada en un dolor permanente intentaba sonreír al mal tiempo mientras por dentro necesitaba llorar y gritar, aunque a duras penas derramaba una lágrima ya. El silencio se había vuelto su mejor aliado y la soledad ya no era una vía si no el camino a tomar, porqué cuando estás solo, sólo te puedes dañar a ti mismo, nadie excepto tu tiene la capacidad de hacerte daño.

Así pues se aisló en su mente otra vez, buscando respuestas a preguntas aún por formular. Buscando un señuelo o algo dónde apoyarse. Buscando la cura a una enfermedad que ella misma había creado y que la consumía por dentro con rapidez.  Escuchando el rasgueo de una guitarra como método para apaciguar su aturdido corazón y encontrando en este la calma en plena guerra. No quería volver a perder otra batalla, por lo que decidió dejar de luchar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Gracias por comentar! Siempre es un placer conocer las opiniones de los demás.