viernes, 27 de diciembre de 2013

El superpoder.

Buscar el refugio en alguien nunca se le había dado demasiado bien. Correr hacía las casas en llamas era una especialidad, y apartarse de aquellas cuyas entradas estaban llenas de flores relucientes y olor a café recién hecho era quizá miedo.  Aquello que tanto anhelaba y contra lo que corría no era más que una mentira, un zafia ilusión infantil de la cual se alimentaba cada día para pensar que su vida no daba tanta pena como intentaba esconder. Bajo una sonrisa y ropa ancha escondía las ganas de volver a sentire bonita, de encontrar esas dos palabraas que la hacían feliz. ¿Y porqué la dependencia emocional externa? Nada más y nada menos que años de minación moral, por parte escolar, paternal (?), etc. Miles de bombas habían caído a lo largo de su vida en su mente minandola de cualquier posibilidad de verse reflejada en un espejo más allí de algo bello. Todos aquellos recuerdos, todos aquellos sentimientos tan horribles que volvían a su cabeza cada noche. En el fondo sabía que era algo más. Que siempre había tenido ese factor tan abierto y explosivo a su favor, pero también en su contra. Querer a alguien se había vuelto una manera de excusarse de sus problemas de no pensar en todo aquello que le dolía y pese a que había mucho más, en el fondo, sólo buscava alguien capaz de quererla por encima de cualquier problema. Que la viera como alguien y no cómo "ese cúmulo de cosas que arrastra". Immaginaba constantemente como sería sentirse, por una vez querida al cien por cien. Immaginaba cómo sería aquella mirada que la haría creer de nuevo. Pero en cambio sólo tenía gritos y dolores, emociones negativas que le daban ganas de abandonarse e ir a... cualquier parte. Si ella era capaz de hacer sonreir a todo aquel que lo necesitara en su momento e incluso de crear buen ambiente cuando su corazón era más que negro... ¿Porqué nadie era capaz de hacer que sonriera? ¿O que se sintiera bien? No juzgaba, no sentía apenas, habñia abandonado s moral para dejarse doler y sin embargo pensaba en encontrar alguien que la hiciera más fuerte, alguien que pudiera dar más que una simple palabra, alguien que tan sólo con la mirada fuera capaz de encender otra vez las ganas. De encender otra vez el poder de amar. De crear a cada palabra una mueca, una sonrisa. De volver a hacer que se excitara con unas palabras. Todo era bastante confuso, no iba a buscar nada, pero parecía que lo hacía. Si se tenía que resignar a dejar que algún día apareciera, lo haría. Aunque, en si misma, necesitaba una razón para creer.

¿Habría alguien con ese super poder?

jueves, 26 de diciembre de 2013

Inciso

Su piel se deslizaba acorde con las sábanas blancas. La luna iluminaba toda aquella estancia. Nada podia turbar ese momento, nada podía cambiar ni un mílimetro. Su mano correteaba por las delicadas curvas de su cuerpo, su piel se estremecía. Se veía tan vulnerable, tan dulce, tan bonita. Sus ojos se clavaban en ella, su mirada reflejaba toda la ternura, todo el amor que podia expressar.
Se dibujó una pequeña sonrisa en su cara, su hoyuelo se marcó. El olor a perfume, las rosas y las velas, hacían de esa velada el momento más mágico de la noche. El susurro de sus palabras hacían que otra vez todo volviera a empezar, poner el contador a zero y olvidar todo el pasado. Sus cuerpos se tocaban, la dulzura de su piel y la rudeza de la de él. Sus manos recorrían sus cuerpos lentamente, buscando un espacio dónde acomodándose, jugando con sus dedos, acariciando cada centímetro. Buscando besos olvidados, desgastados, miedo a volver a empezar, a volver a sufrir. Búscando el refugio de alguien que realmente quisiera estar con ella. El calor del afecto del amor. Algo que había olvidado ya en su mente, que rechazaba por miedo a ser otra en la colección. Pero esta vez era diferente. Él la queria. Entre sus brazos la trataba como porcelana, besaba y acariciaba cada centímetro con miedo a romperla. No quería hacer de ella un objeto.
Todo había empezado entrelazando sonrisas, horas inapropiadas para hablar, buscando recovecos donde hablar de las estrellas y el mar. Descubriendo cada día un pedacito de camino, un camino ardúo y difícil que se había construido con dolor, esfuerzo y ganas de avanzar. Que se habían cruzado y querían ir hacía delante.
De un beso a una carícia no había mucha distancia. En sus ojos se reflejaba el dolor al mirarla se sintió reconfortado.

Y entonces entre aquellas sábanas blancas se hicieron amar, bajo la atenta mirada de la luna y dejando el reloj a un lado. Porqué el mundo se había detenido para ellos.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Renacer.

Sólo esperaba que alguien cogiera su mano, se sentía vacía en un mundo que no era el suyo. Su cuerpo yacía en el suelo, tiritaba, le dolía todo. Había aguantado palizas innumerables sólo por querer a alguien.
Sentía que no encajaba, que no podia salir de allí, que todo le quedaba grande, que no podía ya ni llorar porqué sus lágrimas quedaban en un recuerdo del pasado. ¿Quería morir? Quizás sólo quería abandonar su cuerpo por unos instantes para tocar el cielo. Y ser feliz. Queria ver las estrellas, atravesar esas laderas que  le rodeaban, ansiaba tener alas y volar por encima de cualquiera que le pusiera freno a su imginación y sus ganas de vivir. El silencio llenaba todo el espacio, el dolor eran ya sólo gritos ahogados en el aire. Cuando ya pensaba abandonar su alrededor, vio tras la lúgubre luz una mano tendida, tenía miedo no la quería cojer. Pensaba que la dejaría caer, que haría como las demás y sólo sería una mentira. Cerraba con fuerza los ojos, quería llorar y gritar tenía miedo. Pero una voz le calmó, le dijo que no tenía porqué tener miedo, con dudas la cogió, luego vino otra, y otra, y así succesivamente, se levantó y salió con dolor pero con ayuda. Unas sonrisas la enternecieron, la abrazaron. No estaba sola, estaban ellos, hacíendola sentir única, secando las lágrimas de su cara. Y poco a poco se disipó un camino entre la neblina. Y acompañada decidió que era momento de subir la gran montaña y atravesarla y gritarle al mundo que nadie ni nada podía menguarla. Y empezó así, su camino a la cima. Le advirtieron que no sería fácil, que habría piedras. Entonces sonrió, y se dijo a si misma que ya nada podría pararla.