martes, 25 de octubre de 2011

Mi cajita de musica.

Un impecable olor a café recién echo se abalanzaba sobre mí cuando el camarero del céntrico café de Londres se disponía a llevármelo. Con él un pequeño trozo de papel con un número de teléfono escrito, y su nombre: James, con un smylei sonriente. Me regaló una preciosa sonrisa un típico chico londoniense, rubio, ojos claros, tez blanquecina... Me recordaba levemente a alguno de los vampiros de las películas adolescentes. Le devolví la sonrisa, en mis labios rojos se dibujo un perfecto arco el cual no regalaba a cualquiera, el chico entró a la cafetería mientras yo observaba atentamente a la gente que pasaba delante de Bervedere Road, algunos iban para el London Eye, para contemplar las magníficas vistas que este presentaba de la ciudad. Admiré a un grupo de chicas que pasaban hablando sobre los chismorreos del momento en el instituto, que si habían estado con varios chicos, recordando lo nerviosas que estaban por el baile. Me hubiera encantado ser ese tipo de chica durante esa época de mi vida, pero la vida me llevo a tomar otros caminos, y en esa época yo pensaba en cambiar el mundo, en las revoluciones, en tatuarme cosas extrañas en llevar la contraria. Dulce adolescencia. Estaba sentada con las piernas cruzadas, con un vestido negro y unas botas, y un abrigo colgado del respaldo de la silla, mis gafas de sol estaban sobre la preciosa mesa de mármol blanco del café, y siguiendo mi habitual ritual vertí sólo un sobre de azúcar en en el café. No me gustan las cosas muy dulces, lo prefiero todo un poco amargo, le da un sabor más intenso. Por fin le vi llegar, apresurado como siempre, parece que se lo lleve el tiempo, nunca sabe donde vive ni donde va. Iba con su traje y el maletín, su pelo negro le daba un toque un tanto glamuroso que quedaba perfecto con su corbata púrpura aunque como siempre mal colocada. Me levanté para saludarle como es debido, como siempre había echo des del mismo día que empecé a salir con él. Me acerqué a él y como siempre me rodeó con sus brazos mientras me daba un suave beso en los labios, mientras yo le colocaba la corbata.
-Hola cariño ¿Me has estado esperando mucho?- me dijo con su cálida voz que tanto me reconfortaba, que siempre le había echo especial-Siento el retraso, te lo compensaré.
Con mi cariño habitual a la cual él ya estaba acostumbrado le respondí. El sabia que me gustaba mucho demostrar mi amor aunque fuera de una forma elegante: - Tranquilo, estoy acostumbrada a tus retrasos horarios- le sonreí mientras acababa de ajustarle el nudo- No hace falta que me compenses nada, sólo la próxima vez arréglate el nudo de la corbata.
-Tan perfecionista como siempre, nunca se te escapa ni un detalle de nada- se sentó y levantó la mano.
Esperaba ese momento des de que James, el camarero, se había acercado a mi con la nota con su teléfono, esperaba impaciente a ver su expresión de decepción, o de sorpresa. Se acercó a él y me miró como diciendo; "¿En serio? ¿Con este tío?". No pude evitar soltar una sonrisa escueta. Mientras él me miraba. Me preguntó si me pasaba nada, a lo que respondí negando con la cabeza. Acto seguido empezamos a tomar el café juntos. Las cinco en punto, nunca nos había gustado el té.
-Bueno hoy en la oficina...-empezó a hablar pero le corté, odio que hable de trabajo conmigo, sabe que conmigo puede compartir mucho más que simples cosas de trabajo.
-Eh...Para, para. Ya sabes que conmigo está prohibido hablar de trabajo. Hace siglos que no me hablas de música, tu adoras la música. ¿Porqué ya nunca me hablas de ella?- le hablé con el corazón abierto. Ahora que lo pensaba más poco a poco, era cierto, des de que dedicaba tanto tiempo al trabajo no podía hacer lo que más le gustaba, tocar la guitarra, componer...
-¡Oh dios! Por favor Angie hemos hablado mil veces de ello, trabajo duramente para poder avanzar en la empresa, me encanta la música, pero no tenemos tiempo, somos adultos.
-¿Qué? Perdona Jack, la música era tu vida. ¿Cuánto hace que no vamos a un concierto, al teatro o a una galería de arte? Yo vivo con mi arte, pero tu lo has abandonado-le dije muy enfadada era un guitarrista realmente bueno, y no quería que nuestra vida fuera sólo trabajar, y trabajar.
- Vale,vale- me respondió con miedo, en sus ojos aún podía ver la melodía de su alma ese calor intenso que le abrumaba cada vez que oía a hablar de su música- Mira, mañana que es sábado nos levantamos temprano, subimos al desván, recuperamos mis guitarras y todo nuestro arsenal musical, por la tarde tocamos juntos, por la noche vamos a cenar y a un concierto. ¿Te parece bien? -contestó sabiendo que me hacía feliz.

Al día siguiente oí un despertador a primeras horas de la mañana, tanto empeño le había puesto a lo de la música que me puse contenta de que por fin fuera a ser feliz, y más después de mi estrategia para darle la noticia. Oí ruidos muy estridentes y subir y bajar, tal era el ruido que al final me tuve que levantar. Fui hacía el despacho donde solía hacer su trabajo, estaba totalmente re modelado. Dónde antes había un escritorio con muchos papeles ahora sólo había sus dos ordenadores, donde habían las estanterías había todas sus guitarras bien colocaditas, también nuestro viejo micrófono con el que habíamos cantado antaño, de estilo retro. Yo me encontraba en la puerta de la habitación alucinando, había pintado la pared de color verde. Jack llevaba unos tejanos sucios, llenos de pintura, y una camiseta de propaganda también muy sucia. Vino hacía mi, y me abrazó por detrás.
-¿Te gusta? Quiero que sea tan preciosa cómo tu pero eso no puedo conseguirlo es demasiado difícil para mí.
No pude articular palabra y simplemente le besé. Y me dispuse a ayudarlo.
Después de pasar toda la mañana trasteando todo lo que teníamos en el desván conseguimos arreglar la habitación para que quedara totalmente musical. Luego nos tumbamos al suelo, con un bol de nachos con queso mientras tocábamos la guitarra y cantábamos a la par. En un momento dado se puso a tocarme una canción que me compuso cuando sólo teníamos diecisiete años. No pude evitar llorar. Y al terminar la canción se acercó a mi y me preguntó que si me había gustado.
-Nos ha encantado.
























martes, 18 de octubre de 2011

Lleno de gloria.

Entre el cielo busco un agujero dónde esconderme que ni el sol ni las estrellas sean capaz de verme. De perderme entre la turbia noche en algún garito y salir de él vistiendo un pequeño corazoncito. Esperando que suene una guitarra en el fondo de mi alma, para sentir de nuevo tu mirada, buscando un amante de lo bello para que me acompañe y nunca me deje. A veces siento que me ahogo que no puedo más que me miro y sólo sollozo, que mis gritos ahogados se pierden en el vacío del mundo, que nadie los encontrará jamás que yo ya estoy perdida. Oigo el amanecer postrándose ante mi, y con una reverencia alabo su llegada cual atónita me deja al ver que nunca hubo madrugada.

Mis botas van pisando fuerte, un paso luego otro, recorriendo un largo camino que no lleva a ningún sitio, siguiendo una luz que me guía que me lleva más allá de lo que puedo ver, y de entre la penumbra surjo yo, te miro a los ojos y te digo que no llores que no vale la pena llorar por un sueño roto, mientras yo cada día grito, y golpeo la pared en busca de canalizar ese miedo que llevo por dentro, porque soy incapaz de decirle al mundo lo que siento. Que me gustaría tener alguien que me abrazara por las noches y me dijera que deje de llorar que yo me puedo levantar. Pero eso no va a ocurrir, no porqué no me amen, si no porqué soy tan exigente que voy a dejar pasar media vida sin darme cuenta de quién la habita. Aun huelo el recuerdo de su pelo, anhelo su suave melodía, su desplante descarado, echo en falta eso que me complementa. Y puede que sólo sueñe con contarle a la luna mis pesadillas mis horrores en los que me pierdo cada noche, que no llevo vestido ni tacones, que voy descalza aplastando corazones, y siento que me quemo des de dentro que no quiero avanzar ni un paso más para no volver a lamentar ni un acto. Me siento en un banco y me miro las manos llenas de tajos de tanto intentar cortar el viento, miro mis ojos vacíos con un marrón desgastado parecido al de un viejo baúl olvidado, mi cuerpo magullado por el dolor que me hago cada vez que me miro, que sólo fue una vez que intenté cometer alguna estupidez. Empezar a correr hacía los rosales no para admirar su belleza si no para sentir sus espinas como se clavan en mi cuerpo porqué cualquier dolor es menor al que me produzco cada vez que me miro. Como odio llegar a este punto en el que no sé si vivo para coger tu mano y alzarla para que no se queme mientras yo ardo en la tierra, quiero elevarte al cielo porqué eres un ángel.

Empieza a llover y estoy en medio de la calle esperando. ¿A qué o quién? A nada ni nadie, sólo espero que pase el tiempo, que la lluvia roce mi piel, que pueda notar la humedad, poder sentir de una vez aunque sea leve, aunque sea difícil, aunque no sé si ir hacia delante o hacia atrás, que espero no caer más en el camino porqué tengo las rodillas peladas de tanto caer y llevar pantalones cortos. Que siempre he sido la sombra de alguien, que nunca me han reconocido nada, que nadie sabe como canto, como pinto, como fotografío ni tan sólo como pienso porqué aunque no lo parezca, soy como la sombra de Peter Pan, que está atada a él aunque tiene ganas de huir. Poder amar de nuevo otra vez algún día y dejar de ser una princesa perturbada.

jueves, 13 de octubre de 2011

Pero es que soy tan tonta cuando quiero, cuando no quiero darme cuenta de que estás ahí pero por una absurda capullada mía tengo la cabeza totalmente fuera de lugar. Qué no soy capaz de ver que en el chocolate de tus ojos se esconde la más bella de las ternuras, y que contigo me siento princesa de nuevo aunque había perdido la corona y las botas.
No sé que camino tomar, pues siempre estoy flagelandome con infamias banales que no me llevan a ningún lado, y doy vueltas sobre mi misma, y miro al rededor y sólo veo campos de amapolas todas rojas, que me gritan des del suelo que suba un rato al cielo. Y con matices grises no descarto que algún día deje de lado al escarnio, y vuelva a la sobria madurez que tanto me reconfortaba, ese manto dulce y sedoso que no puedo quitarme de la cabeza. Al igual que sus ojos entre mis venas. No es uno más, es él. Y sigo sin darme cuenta de que mi príncipe llegó con un corcel blanco y sin duda aun me veo con las lágrimas colgando. Y con mi vestido morado con algunos toques de negro pastel, roto y descosido, en semblanza de mi alma que busca alguna aguja que lo cosa y le de brillo para volver a oír el agua bajar por el río. Y sonreír cada mañana al alba cuando al lado en mi cama pueda acariciar tu aterciopelada cara poder besar tus labios rojos y carnosos, y jugar entre tu pelo mientras te pierdes en mi pecho. Dejar de llorar por los rincones y ir buscando algunas flores, que me den ese color que necesito...¡Ese verde, ese amarillo! Romper las reglas que salen de alguna antena, correr por las calles cogida de tu mano intentando tocar el aire mientras por los rincones tu te escondes. Y mientras yo te busco sonrojada escondido de entre algún busto aparezcas tú de improvisto y me sorprendas con un anillo. No para comprometerte si no para demostrarme una vez más que soy princesa de algún reino y que donde me alcance la vista es todo lo que tengo. Siento que te tengo que te toco que te palpo, entre mis manos cuelga el vestido morado que llevé ahora llevo uno verde y tan contenta que me encuentro.
Ciertamente vencí al miedo queriéndome a mi misma, pero esto sólo es ficción escrita. Que me deja divagar a mi aire sin nadie que me estorbe.

Y como siempre esto no tiene final feliz porqué no existe, sólo tiene un final que intentará ser lo menos desagradable posible.

Y aun qué creí ser princesa de tu reino sólo soy una fulana de cualquier esquina, que hace cualquier cosa por una propina. Por un céntimo de amor, por un euro de cariño. Todo el que tu por egoísta y "machito" no me diste. Porqué creíste que era más sencillo huir de mi y esconderte en tu vida hasta que no pueda tocarla. Pues a mi me cansa ser la puta de tu almohada, que no te besa cada noche y que sólo te ve con otras mujeres, porqué tengo mis derechos y mis sentimientos, y no seré la más guapa, ni la más sexy pero te aseguro que de inteligencia a todas les saco media cabeza y que si hablamos de cultura dudo que sepan quién es Delacroix y ni tan sólo que es el Pop Art. Así que si algún día decides sentar la cabeza y venir a buscarme igual ya no estoy igual he encontrado otro mundo en el que sea más feliz. Incluso quizás cuando te des cuenta, yo ya habré muerto. Esto no es una burda broma macabra, sólo son los sentimientos de una dama un tanto agobiada.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Qué no por sonreír se es más feliz, qué mi alma cuelga de una cuerda y tu la tensas. Pues hasta el cuello la tengo esperando una señal, no tiene porqué ser carnal. Sólo con una mirada a mi me bastaría, para saber dónde llegaría. Qué mis sueños se pierden en la estela de tu aliento. Si es qué por quererte yo quisiera que me quieras que yo te quiero sin querer.