jueves, 29 de diciembre de 2011

Unas botas

Un trago de cerveza mientras miro denigrante el aspecto de una sucia rata gammada, le miro de arriba abajo aun recuerdo esas malditas botas militares clavadas en diferentes puntos de mi cuerpo. Recuerdo esas miradas de desprecio al ver sus caras imponiendo superioridad. También ese impulso que me daba para pegarles una patada en sus partes y que se retorcieran de dolor. Pero lo que más recuerdo de esos momentos eran sus botas, sus rojos cordones y su harrington azul, cogiéndome la mano en los momentos donde necesitaba templar mis sentimientos oyendo su voz desgarrada por las botellas de vodka y los porros de Marihuana diciéndome: "¿Quieres calmarte? Si sigues así te van a romper la cara, enana." Es inevitable caer en el recuerdo de esos momentos felices pero degradantes a la vez en los cuales cada vez que oía el ron ron de unas Underground negras, y veía dos chupas llenas de parches me ponía más contenta que una perdiz. No puedo disimular una sonrisa algo malévola. Al andar por la calle muchos dicen que empiezo a disimular mi extremo atuendo, pero en realidad eso no quiere decir nada, ya que los sentimientos y los ideales corren por la sangre. Sentados en un parque veo de nuevo una cara conocida, recuerdo esa marca en la cara, esos gritos por estrechas calles, y esas risas después de un golpe como dios manda. Aun recuerdo a Work, que bien nos lo pasábamos bajo su tutela, el le enseñó los cimientos y le intento enseñar a razonar, algo que nunca se le dio muy bien. Y cuando creo que me vuelvo a ver envuelta en un estruendo similar dudando entre si correr o enfrentarme, vuelvo a oír su voz en mi mente calmando mi sed inminente.

De todo esto derivan los buenos momentos, las tardes en la calle simulando luchas simulando momentos, corriendo para ver quien llegaba más lejos, recuerdo los golpes que me daba para que yo aprendiera, y la cara que se le quedó cuando lo tiré al suelo por primera vez. Recuerdo también mi primera olla, mi primer momento de no sé si, darle la mochila a una fiel compañera y meterme dentro a al aventura, bailar un Oi! violento al son de Decibelios o Eskorbuto. Y sigo ahí con los ojos clavados en alguien que acarrea un momento en su alma en su vida. Las lágrimas enfundaron nuestros ojos cuando le vi sangrar una vez, y me cabreé tanto que no nos dejaron entrar más a ese bar, pero me daba lo mismo, porqué lo nuestro no era una simple cosa del destino. Y me prometí a mi misma dejar ese mundo y volverlo a llevar dónde yo le conocía, dónde sus ojos eran mi patria. Aunque parezca mentira nuestras luchas se empezaron a repetir, y en los ojos de Work las lagrimas estaban pero no salían, se veía como una pareja se iba al pique por culpa de un ideal. De un jodido IDEAL.

Y por eso allí me encuentro en un bar con la cerveza en la mano, viendo una Alfa girada mostrando su jodido color naranja pidiendo pelea, y en esos momentos, recuerdo como se levantaría y le daría un susto de muerte, luego reiríamos. Dejo la cerveza en la mesa y pongo mi mano en la cabeza frotando levemente la cara, intentando borrar recuerdos de un pasado que no logro entender como se estropeó, y que aun y que el tiempo pasó pude ir manteniendo viva mi llama, y que no sé nunca como las cosas continúan como se devalúan. Y al compás de la Naranja Mecánica mi sonrisa skin vuelve en forma de vela.

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